En la antigua calle Papeleros, hoy Francisco Bruna, se instituyó en 1493, y se nombró el Mesón de los Perdidos, al local regentado por el herrador Francisco González Prieto, en donde, bajo las penas señaladas, toda persona había de depositar los objetos que hallase y estuviesen perdidos, y no solos los objetos, sino también los niños y los esclavos, con el designio de que el “perdidoso” pudiese recuperarlo sin daños de barra, es decir, sin valerse de pregoneros, los cuales, según las ordenanzas expresan, metían haberlos pregonados o lo habían pregonados mal.
LA ley u ordenanza referida, decía textualmente (así lo escribo):
“Por cada esclavo o esclava q. fuese hallado en la Cibdad, perdido, huydo, y traydo al dicho mesón, den a l que lo hallase o traxese al mesón, dos reales y al mesonero un real por lo rescibir y guardallo. Por cada niño que fuese hallada y traydo por perdido, que le den al que lo truxese cinco maravedís, y al mesonero tres mrv, por su guarda, y más las costas que ficiere”
Serva Labari
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